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FacturaE

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Atrás quedó la fase de indefinición, retrasos y dificultades: la factura electrónica es una realidad sobradamente tangible en nuestro país. Algunas empresas, y sobre todo las Administraciones Públicas nacionales, comunitarias y locales ya lo usan habitualmente como medio de relación con sus proveedores; en algunos casos lo exigen. Las ventajas son evidentes: la gestión digital de la información es directa, eliminamos los costes y problemas asociados al envío y almacenamiento de facturas en papel, y el cotejamiento de cara a impuestos es mucho más sencillo.

La normativa de la Administración Pública sobre FacturaE define un formato XML que almacena la información de las facturas; un protocolo de seguridad para que dichos ficheros XML estén firmados digitalmente con un certificado perteneciente al emisor de la factura; y proporciona un portal a través del cual se pueden realizar los pagos a todas las ramas de la Administración.

Todo esto supone un marco de trabajo razonablemente adecuado para los desarrolladores; aunque no está exento de ciertos problemas. Algunos elementos del fichero están definidos como opcionales pero son, en la práctica, obligatorios para que las facturas lleguen a su destino. Se trata de los códigos de enrutamiento, que en teoría debe proporcionar la entidad receptora del pago, pero a veces obtenerlos supone una complicación.

Un requisito de la Factura Electrónica, que debe cumplir el emisor y que no suele recibir la atención debida, es el almacenamiento de dicha factura en un sistema seguro e inamovible durante un tiempo fijo mínimo (estipulado en 5 años). A tener en cuenta también es el paso de la firma; lo ideal es que la propia aplicación permita seleccionar el certificado, firmar la factura y almacenar el documento firmado resultante. En el caso de aplicaciones web, típicamente esto se conseguía con la ayuda de applets de Java, pero la evolución de Internet ha hecho que este recurso ya no pueda ser utilizado en los navegadores más populares, lo que obliga a reescribir ese componente de las aplicaciones o buscar alternativas offline.

También hay que tener en cuenta las cuestiones de usabilidad. ¿La factura electrónica se debe generar automáticamente al emitirse la factura, o manualmente cuando lo decida el operador? ¿Se debe hacer de una en una, o permitir la creación masiva de un conjunto de documentos? En el caso de que la aplicación incluya firma, ¿debe tener privilegios de acceso y procedimiento diferente? Lo mejor es tener en cuenta la opinión de los usuarios finales y sus procesos de trabajo diario.

A diferencia de otros protocolos similares, el paso final del proceso no se puede automatizar desde la aplicación; el envío de la factura a su destinatario se debe hacer manualmente a través del portal Face. Esto complica la resolución de problemas, puesto que no existe la posibilidad de simular envíos para verificar que no hay errores, y cuando los hay, se expresan en lenguaje técnico que suele confundir al operador financiero. Posiblemente este es el aspecto más negativo de un sistema que, no obstante y tenido en cuenta globalmente, ha supuesto un paso de gigante en la transformación digital de la Administración Pública y sus empresas proveedoras.

El módulo financiero de Yunbit ofrece la posibilidad de crear facturas electrónicas plenamente ajustadas a los requisitos de la Administración Pública, asociadas a nuestra gestión documental para garantizar su almacenamiento.

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